Ya sea por la regulación a la que están sometidas o por sus mecanismos de funcionamiento, algunas organizaciones son más proclives a ser objeto de maquillajes de cuentas. A continuación se señalan indicios que han sido frecuentes en empresas envueltas en escándalos contables:
- Empresas con precios regulados y concesionarías de la Administración. Por ejemplo, empresas de electricidad, agua, gas o autopistas.
- Empresas cotizadas. Empresas con mayor presión para que los beneficios sean elevados y así influir en la cotización bursátil.
- PYMEs y empresas familiares. Empresas con más interés en que los beneficios sean reducidos, con el fin de pagar menos impuestos.
- Empresas con sistemas de retribución variable para directivos. Cuyos directivos pueden recibir retribuciones variables de acuerdo al logro de determinados objetivos financieros, medidos según sus ventas, beneficios u otros datos.
- Empresas con exceso de operaciones complejas con terceros. Puede tratarse de intentos de ocultar engaños contables, a través de operaciones de difícil compresión.
- Filiales en paraísos fiscales. Los denominados “paraísos fiscales” ofrecen una baja tributación y mínima exigencia de información. Por estos motivos, la existencia no justificada de filiales es una señal que requiere atención.
- Personalidad bajo sospecha. Empresas con líderes o directivos autoritarios, de ego elevado o con una exagerada exposición en los medios de comunicación.
- Predominio de directivos o consejeros designados directamente por el presidente. Por la forma de su nombramiento, se pondría en duda su independencia.
- Excesos de lujo. Empresas con un derroche exagerado ofreciendo una imagen de lujo innecesaria.
El documento de referencia destaca, el tantas veces mencionado caso Enron, el cual presentaba más de un indicio de los antes mencionados: Empresa cotizada, con sistema de retribución variable para directivos, con filiales en las Islas Caimán, con miembros del Consejo de Administración designados por el presidente de la organización y con excesos de lujo.
Referencia: Revista Harvard Deusto (Número 246)