No por tener centenares de métricas se medirá mejor un negocio. Muchas organizaciones se atiborran de métricas cuando no hay capacidad humana para controlarlos adecuadamente, derivando la situación a una pérdida de enfoque hacia los objetivos globales.
No se trata de cantidad de métricas sino que estas se encuentre relacionadas y alineadas hacia los objetivos que se desean alcanzar. Usualmente se señala que estas métricas deben ser definidas a partir del conocimiento de los planes estratégicos de la empresa, pero en ocasiones estos planes formalmente no existen o resultan muy complejos de comprender.
Las métricas seleccionadas deben guardar entre una relación causa-efecto entre ellas. Para facilitar esta definición, se sugiere lo siguiente:
- Identifica con claridad y concreción los objetivos que se desean lograr (efecto).
- Identifica las actividades o acciones claves, necesarias para lograr los objetivos identificados (causa).
- Define una relación causa-efecto entre las acciones y los objetivos identificados. Usualmente las actividades son señaladas como generadoras de valor (drivers of value) o como métricas no-financieras. Los objetivos finales de una organización, usualmente, son de tipo económico – financieros.
- Revisa regularmente si la relación y coherencia entre los objetivos y las acciones se mantienen.
Un conjunto de métricas bien definidas debe brindarnos la doble visión, por un lado el diagnóstico de la situación actual y por otro lado, una visión predictiva (usualmente informadas por los indicadores no-financieros) para tomar decisiones que contribuyan a corregir las desviaciones hacia el logro de los objetivos.